Si Dios, en cada mujer,
puso un corazón de madre
se olvidó de vos, cobarde,
que nunca podrás querer.
Andrajoso y sin comer,
te espera en el viejo altillo
el inocente chiquillo
fruto de tu carnaval.
El que ha venido a estorbar
en tu carrera de loca...
al que le tapás la boca
cuando te grita: ¡Mamá!
Mascarita fatal y tanguera,
en tu mesa no falta un bacán,
empapando tu alma nochera
con botellas de caro champán.
Y en tu nido te espera el purrete,
el que pide un pedazo de pan,
el que nunca ha tenido juguetes,
ni caricias de amor maternal.
Si no sos para el hogar,
ya que tu vida es un tango,
no manchés, mujer, con fango
al purrete angelical.
En una casa especial
tendrá instrucción y buen nombre.
Dejalo que se haga hombre,
ajeno a tu carnaval.
Así no te va a estorbar
en tu carrera de loca,
al que le tapás la boca
cuando te grita: ¡Mamá!