(Recitado)
Yo tuve a Federico una tarde en mi casa,
en mi alma heredera de rosa musicante.
Yo tuve a Federico en mis viajes por las noches aquellas
al sur del otro sur, en calles perdedoras y perdidas,
esbozando algún poema envolvedor y fraterno.
Soñaba con su rostro
mirándome en silencio,
guiñándome una luna
de sombra lagrimeada.
Sonrisa enamorada
con cielos de chiqué.
Imaginé sus manos
huesudas y permeables,
con su tibio enderezo,
sentado junto al piano,
cantando por fandangos
y tangos sin ayer.
Federico
romancero trayendo en el viento
la emoción de un viajero sin tiempo,
marioneta que silba guerrera;
la paloma y la chistera
con rutina de guiñol.
Federico
queda un brindis que te espera
con la última canción.
Busqué con sus palabras
de pálidos acentos
aquellas que alardeaban
de amores y desaires,
poeta en Buenos Aires,
espadas y clavel.
Anduve como un niño
juntando corazones
en parques orilleros,
y vueltas de la vida.
Anduve cielo arriba
brillándome con él.
Federico
romancero trayendo en el viento
la emoción de un viajero sin tiempo,
marioneta que silba guerrera;
la paloma y la chistera
con rutina de guiñol.
Federico
queda un brindis que te espera
con la última canción.