Así como llegaste, que te vayas,
que pongas marcha atrás, sin despedirte.
Es clara la señal, tendrás que irte,
al ritmo de las almas que amurallan.
Es cierto, en Buenos Aires no hay montañas,
y minas son mujeres, en lunfardo,
pero sabemos bien de predadores;
debajo del disfraz, misma calaña.
¡Fiebre amarilla!
Muerte ansiosa por beberte
toda el agua de este río,
corazón de nuestra suerte.
¡Qué pesadilla!
La injusticia y la codicia
son refugios y artilugios
que escondés tras la puntilla.
Sos inquilino
de un patrón sin documentos,
pues no tiene la licencia
de este Pueblo, que es genuino.
¡Decimos Basta!
Aunque no seamos vecinos
porque abajo del asfalto
somos todos argentinos!
(Recitado)
El oro no alimenta ni cobija,
no pinta melodías ni nos baila,
al lado de mi pan recién horneado
resulta una inservible baratija.
Espíritu ancestral de hermana tierra,
hará que nuestra voz suene pareja.
De pie y a cielo abierto lucharemos:
¡Vivir en la ciudad no nos aleja!