Si olvidás que fui el cantor
que a tu ventana llegué
y de hinojos me postré
cuando el calor sentí
de un delirante amor.
Flor de cardo no vendrá
a llenarme de ilusión.
Ven que soy un pobre solitario
que lleva en su calvario
sangrando el corazón.
En las noches bellas de mi vida,
recuerdo las palabras
de sus promesas mentidas,
que son puñales en la sien
por ti me clava tu desdén.
Me inquietan lo ruidos de tus pasos,
parece que me llamas,
quiero acercarme hasta ti.
Y tu traición que me infama
me envuelve entre sus sombras
haciéndome morir.
Ves que tanta soledad
destroza mi juventud,
pobre es la ingratitud
cuando el preciado don
fue saber perdonar.
No condenes mi vivir
al profundo delirar.
Ver mi triste marcha agobiadora,
el alma enferma llora
tu ausencia sepulcral.
Busco en mis angustias tu mirada
lejos de tu risa, tu voz dulce apasionada.
Y el gran dolor de un despertar
sin luz me acaba de matar.
Quiero ver el cielo oscurecido,
sentirme agonizando para olvidar la maldad
con que destrozaste mi alma
y elevarme en los vientos de la fatalidad.