Tan suave y delicada
como una fresca rosa,
paseaba su belleza
juvenil por su Paris.
La dulce francesita
de talle y porte gentil,
buscando para su alma
el romance de Mimí.
Pobre florcita que un día
turbó su vida que era serena
las tiernas frases de amores
que de alegría y pena lloró...
Flor de la calle, fue marchitada
por un mal hombre sin compasión,
la francesita daba su vida
por ese hombre sin compasión.
Al verse sola y abandonada,
su desengaño mucho lloró,
y en las milongas, desesperada,
triste consuelo a su alma buscó.
Y cuentan que la vieron
como una flor marchita
en los bajos suburbios,
allá por el Montmartre,
pasear su desventura
buscando un nuevo placer
como una de tantas
mujeres de cabaret.