Mariana desenrolla sus recuerdos,
ofrece a los silencios salvavidas
y sube a cartelera nuevos verbos
en voz de cigarrillo y bienvenidas.
Luciérnaga, proyecta una paloma
al negro de la historia inesperada;
detrás de su flequillo venturoso
asoma tan celeste la mirada.
Mariana del presente, me enseña la memoria,
sin verdes pizarrones ni cuentos con disfraz.
Percibo entre sus manos la infancia que no pudo,
descubro en su sonrisa la estrella de un quizás.
Mariana transparente, espejo de su alma,
da gracias a la angustia que la dejó crecer.
Retazo de la ausencia, en vez condenarse
le puso amor al odio y pudo florecer.
Mariana fue arrancando las espinas
imaginando un sol cada agujero,
bordándole a la angustia golondrinas,
prendiéndole al dolor algún lucero.
Mariana tiene un ángel lazarillo
que arropa sus espaldas y su sombra;
le sopla melodías de bolsillo,
le quita soledad cuando la nombra.
Dedicado a Mariana Pellegrino, hija de María del Carmen Di Blasi, docente secuestrada y desaparecida por la dictadura.