Se congelan tus hombros desmayados
en la silla gastada del rincón.
Tus dedos amarillos, dibujados
sobre el verde que ensucia el mostrador.
Tras el vidrio de húmedas tibiezas,
anochecen tu sueño y tu temblor,
y tu tos de ginebra y de cerveza
suena a lance de aliento perdedor.
Frágil, la luz de la memoria,
frágil, se apaga en el dolor,
frágil, el peso de una historia,
frágil, se ahoga en el licor.
Duerme, el tedio sin desquite,
sufre, en manos del alcohol,
frágil, como amar las cicatrices,
tristes, fantasmas del amor.
Son nostalgia en el fondo del bolsillo,
un mirar de mujer y el sol feliz.
La foto de anteayer respira el brillo,
que en el pozo de hoy se torna gris.
Agonizan sedientas las botellas,
naufragando en un mar de soledad.
En las copas abiertas como huellas
sin su boca tu sed no tiene paz.