Si aceptáis otorgarme lo que os suplico, nunca, ni vos ni cualquier otro ser humano,
volveréis a verme. Me estableceré
en las enormes tierras deshabitadas
de América del Sur.
("Frankenstein", de Mary Shelley - cap. XVII)
Entre el horror y el espanto
hago de mi grito un canto:
Mi drama es no tener madre
y ser engendro de un padre
que ahora reniega de mí,
y aunque sin nacer nací
sin tener siquiera un nombre
soy sólo un remedo de hombre,
un muñeco desdichado,
y si fui galvanizado
por mi padre Frankenstein,
en tangótico vaivén,
hoy lo que más me subleva
es ser un Adán sin Eva,
tener prohibido el nosotros
y ver amarse a los otros.
¡Ver cómo comen perdices
y yo con mis cicatrices!
Es por mi figura horrible
que nunca seré querible;
y hago de mi grito un canto
entre el horror y el espanto:
Mi drama es no tener madre.
¡compadre!