Llegó el momento de la triste despedida
y no me importa ni pregunto adonde vas:
tan sólo quiero, lamentando tu partida,
que hallés la felicidad...
Que Dios te ayude, compañera de mi vida,
y que en tu pecho nunca muera la ilusión;
yo te agradezco, mientras sangro por la herida,
que hayas gritado: ¡Ya no es tuya mi pasión!...
Frente al dolor,
soy un roble que sabe aguantar
los azotes del viento,
y en mi sentimiento
no arraiga el penar...
Frente al dolor,
nunca nadie me ha visto llorar,
y con mis desengaños
¡yo cruzo los años
tejiendo un cantar!
Secá tu llanto tan profundo y lastimero
juntá tus cosas y alejate sin hablar,
pues si quisieras vos quedarte, yo no quiero,
¡y yo nunca vuelvo atrás!...
Sentís de veras alejarte de mi lado;
después de todo, como bueno me porté,
mas si el destino nueva ruta te ha marcado,
seguí sin miedo... ¡y de mí no te acordés!...