Negros barrotes de una cárcel
borraban para el mundo
la fama de un matón
fuerte en agallas y osadía,
en las sangrientas contiendas a facón.
Dos costurones, cicatrices,
cruzaban el escracho del matón,
testigos mudos de su acción.
Venga y escuche, carcelero,
que un taita arrabalero
su historia va a contar,
cuando el acero bien templado
manchó de rojo, bata de percal.
Bailaba engrupida
por el ñato Abrojos
y leí en sus ojos
le hablaba de amor.
Perdí la cabeza,
relució el acero
triunfó la destreza
¡y ganó el mejor!
Venga y escuche carcelero
y llévele esta carta
que gime mi sentir,
que en las penumbras de la cárcel
un nuevo sol de amor, puede lucir.
Diga a la ingrata que no vino;
que en medio del dolor de mi prisión
la llevo aquí, en el corazón.
Diga que siempre la recuerdo
que una nube de odio
mi espíritu cegó
y que la faca del malevo
por limpiar una mancha... se empañó.
GIMIENDO - tango - Roberto Malestar con la Orquesta de Francisco Canaro