Cuando quise darle un vuelco a tanta trama
y en tu cama desatar un aluvión;
vos huiste como un pez en la tormenta
como un tren en la desierta
vía muerta del amor.
Cuando supe que a la cuerda de tu cuerpo
sólo suben los que saben perdonar,
se me dio por acampar entre tus brazos
y en un viejo hotel de paso
nos echamos a volar.
Yo tenía un corazón con dos ventanas,
vos hablabas de un país y de un amor.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
me olvidé como se escribe una canción.
Yo soñaba tantas cosas, que soñando
me olvidé como empezaba esta canción.
Y así fue, me abandonaste en la frontera
de manera que no supe distinguir
que en la cresta de la ola de tus labios
sólo flotan los resabios
de los besos que te di.
Pero todo el que te espera desespera
y esperarte es un café con gusto a sal,
una selva de cuchillos en los huesos,
el bostezo de otro beso,
y otra vez la soledad.