(recitado)
Avergonzada una mina
de su marido, por chorro,
trató de apretarse el gorro
y en un gemido reproche,
finalizó sus amores
cerrando con este broche:
(cantado)
Sos un chorro de remate, ya no tenés compostura,
y serás genio y figura hasta tu juicio final.
No tenés luz en el mate, ya no perderás tus mañas,
sólo cuenta tus hazañas, la crónica policial.
Después de tu última cana me juraste arrepentido:
"Quiero echar en el olvido mi pasado de gavión,
quiero ser un hombre honrado, y ganarme tu cariño".
Y llorando como un niño, me llegaste al corazón.
Mas pasada una semana
del solemne juramento
supe que todo era cuento,
que seguís tu profesión.
Supe que la otra mañana
marchaste al Departamento,
porque le afanaste el vento
a un tano en Constitución.
Yo ya no puedo quererte porque la fe te he perdido.
Mi corazón está herido, ya no puedo sufrir más,
pues la venda que en mis ojos de enamorada llevaba
rompió el velo que ocultaba tu vida de cachafáz.
Mataste mis ilusiones... olvidaste de mi nombre
si no supiste ser hombre ya no mereces perdón.
Por tus vicios "incurable" siempre vivirás en cana,
serán tu amante y hermana la rejas de la prisión.
Y allá en tu recogimiento,
en tus horas de amargura,
cuando pienses, por ventura,
un minuto en mi dolor,
recordá que te he querido,
que te dejo avergonzada
y que mi alma destrozada
sufrió mucho por tu amor.