Se hincó la brecha en el paisaje del recuerdo hasta vivir,
nostalgia estéril envolviendo en su fantasma al corazón.
Surcando asfalto y empedrado te atreviste a coincidir
travestis, rafas, internet y algún buzón.
Es el dos mil quien te imagina desafiándolo al zorzal
estrenando algún chamuyo con discurso desigual.
La luna en bata, luz de plata al viejo barrio encandiló
y en esta esquina despistados vos y yo.
Pero hay cosas que no cambian,
milonga, coraje y resto
para darle tiempo al tiempo
o bancarse algún traspié.
Pero hay cosas que no cambian,
milonga, tablero y resto
para dar jaque a la muerte
y enrocar a la verdad.
En todo cambio, aunque resistas, siempre hay algo que perder
y si de fibra es el estaño o la mesa del café,
mi Buenos Aires, no te alarmes, mientras siga como ayer
reuniendo amigos de distinta o misma fe.
El chiquilín, que ya no mira desde afuera el cafetín,
hoy su ñata como un tiro cementó para olvidar.
Dolió su infancia al despertar con una rosa artificial,
transó curitas por heridas sin cerrar.
Pero hay cosas que no cambian,
milonga, coraje y resto
para darle tiempo al tiempo
o bancarse algún traspié
Pero hay cosas que no cambian,
milonga tablero y resto
para dar jaque a la muerte
y enrocar a la verdad.