¿Qué tenés, costurerita,
que no cantás como antes
al llegar la tardecita?
¿Qué tenés, costurerita?
¿Acaso el muchacho aquel
que ya no viene a la puerta
te ha dejado el alma yerta?
¿Acaso el muchacho aquel?
La máquina de coser,
en tu vida conventual,
es para vos un misal
que te hace olvidar el mal
que te produjo el querer,
la máquina de coser.
No llorés, costurerita,
no te acordés del malvado
y cantá en las tardecitas,
para que así tu viejita
no adivine tu pecado...
No llorés, costurerita...