Era la más papusa
con su vestido de percal,
y la llamaban la papirusa,
la Mascotita del arrabal.
Era la más papusa
con su vestido de percal.
Todas las tardes la piba estaba
del conventillo en el portón
y a los bacanes los embrocaba,
sin darles nunca conversación.
Pero un buen día el barrio entero
por las comadres llegó a saber
que la Mascotita se hizo jilguero
cantando amores voló y se fue.
La gente toda se alborotaba
contra el malevo que fue tan cruel,
porque al llevarla él se espiantaba,
la Mascotita del barrio aquel.
Y luego muchos meses pasaron
y nunca nadie supo de ella que fue.
Unos dijeron que la junaron
bailando un tango en un cabaret.
Era la más papusa
con su vestido blanco de percal,
y la llamaban la papirusa,
la Mascotita del arrabal.
Era la más papusa
con su vestido blanco de percal.
Pero una tarde el barrio entero
oyó con pena la novedad.
Las alas rotas, aquel jilguero,
agonizaba en el hospital.
Al otro día, de mañanita,
el barrio suyo todo lloró
que aquella noche la Mascotita
sin un amigo sola murió.
Era la más papusa
con su vestido blanco de percal,
y la llamaban la papirusa,
la Mascotita del arrabal.
Con su vestido blanco de percal.