Fue como todas... Se abocó ante el vento,
le gustaba el lujo, le tiró el gotán,
y dejó la vieja sola en el convento,
y fue pa’l cotorro de un niño bacán.
Y bebió en diez años toda la alegría
y supo en diez años toda la crueldad,
cuando dio el remache de la fulería
la seña jodida de la enfermedad.
Y sin un consuelo, sin una aliviada,
la que de la mugre se abriera tan mal
pagó con la chinche fatal, angustiada,
la deuda sagrada con el arrabal.