La sillita del pibe
la que junto a la mesa
orgullosa por lo alta
adornaba el hogar,
está sola y sombría
en el sitio de siempre
está triste, vacía
porque el pibe no está.
Me recuerda mil cosas
la sillita del pibe
y con cuanta alegría
se la traje al hogar.
Me alargó sus manitos
y en su tierna mirada
parecía decirme:
"Yo me quiero sentar."
El pibe...
se nos fue con Dios,
una noche triste,
como una oración.
Y sólo
nos quedamos ¡Querida!
con la sillita
¡en aquel rincón!...
El pibe...
ya no volverá.
¿Recuerdas? ya decía papá.
Hoy al ver la sillita,
que está sola, arrinconada,
siento ganas de llorar.
Una noche muy negra
de tristes pensamientos
ambulando por las calles
de mi hijito me acordé.
Y al volver para mi casa
tropecé con la sillita,
¡brutal!... con mis torpes manos
contra el suelo la estrellé.
Me ponía muy triste
la sillita del pibe
y con cuanta alegría
se la traje al hogar.
Me alargó sus manitas
y en sus tierna mirada
parecía decirme:
"Yo me quiero sentar."