Vestida de blanco, sentada en el puente,
leía novelas y versos de amor
o, si no, miraba la espuma que hirviente
cantaba en la estela del viejo vapor.
En noches serenas, soñando a mi lado,
mareados de luna y ensueño los dos,
sus ojos miraban el cielo estrellado
pensando en el puerto del último adiós.
Pasajera rubia de un viaje lejano
que un día embarcaste en un puerto gris,
¿por qué nos quisimos, cruzando el océano?
¿Por qué te quedaste en aquel país?
Aún guardo la vieja novela que un día
dejaste olvidada sobre mi sillón.
Escrito en la tapa tu nombre, "María",
después una fecha y un puerto, "Tolón".
¿Aún vives y sueñas? Quizás hayas muerto,
pero en mi nostalgia romántica y gris,
espero encontrarte soñando, en un puerto,
bajo el claro cielo de un dulce país.
Te amaba y te fuiste. Seguía el navío
por mares de brumas y puertos de sol.
Tu sombra lejana quedó al lado mío:
un sueño de Francia y un verso español.
Pasajera rubia, viajera perdida,
que un día en un puerto lejano se fue
dejando una extraña nostalgia en mi vida:
acaso ni sabes que yo te lloré.
Me da su perfume tu blanco pañuelo,
tu nombre, María, me da su canción;
reflejan tus ojos la luz de otro cielo.
Te llevo en el barco de mi corazón.
Anibal Troilo - Edmundo Rivero - La viajera perdida