Fugaba de mí mismo en Buenos Aires
la noche que volvimos a encontrarnos.
Al verte revivió aquélla alegría
que un día descubrimos al mirarnos.
Coartada promotora del encuentro
fue el tango con sus mágicas virtudes.
Después los dos, y tantas inquietudes,
volcanes con sabor vino lento.
La vida dirá, dijo tu boca fresca
dejando una ilusión sobre la mía
y dijo, dijo besos fresa y fantasía,
mientras desmoronaba una candela.
Dormimos remendados al silencio,
creyendo que los sueños guardarían
las ganas de quedarnos abrazados para siempre,
muriéndonos de amor y de osadía.
Volvió la sinfonía del pasado,
la esencia borroneada por la vida,
herida adormecida que reclama
y vuelve a hacerse llama encarnecida.
Marché iluso, creyendo que podía
cargarle a la distancia tu presencia,
mentirle a los recuerdos un olvido,
cubrir tanta pasión de indiferencia.
La vida dibujó un nuevo camino,
la vida dirá…