Como viola de manguero rasca
está la mina desinflada y sorda
colgada en el ropero de la vida
nadie la toca, nadie la toca.
Del clavijero está “forfai”
algún tornillo lo perdió en la joda,
como perdió su juventud en la noche,
que casi siempre atrapa al gil y no perdona.
El diapasón está arqueao como su espalda,
vencida está la pobre, está vencida
del patinaje del vivir sólo hay heridas,
del presente sin destino hojarasca.
Pero hubo un tiempo de romance y luna
cuando un zorzal de gran tapín y escuela
la hizo sonar a esa vihuela,
como jamás vibró vihuela alguna.
Y fue feliz entre sus manos diligentes
con cadencia de pasión llenó su alma,
hasta que un golpe de traición quebró su caja
y se quedó sin zorzal, sin romance y muy doliente.
Desde entonces le resbalan las tres notas
de un triste re menor sobre sus cuerdas,
su final en el ropero ya no cuenta...
solo espera indiferente la carroza.