Una viuda misteriosa que vive al lao’e mi casa
tiene dos “hijas mellizas” que dicen las va a casar.
Son dos “nenas” sospechosas, como su vieja, la viuda,
que salen todas las tardes por Florida a pasear.
Muchas noches, a la puerta de calle, sale la vieja
y les grita a las “mellizas”: Vamos chicas, ¡a cenar!
Las “yama” “chicas” y tienen veintiocho cada una,
¡pobrecita las “chiquitas”, recién comienzan a andar!
Se empaquetan en la pieza
y hacen sonar los cubiertos
pa’ que sepan los vecinos
que las tres van a lastrear...
Y aparentan comer “poyos”
aunque la pasen a mate,
pero, en fin... nadie lo sabe
si es mentira o es verdad...
Dicen qu’esa es la viuda de un coronel jubilado,
que un día lo envenenaron, yo no sé en que festival
así dicen... pero creo que “esa” no es viuda, ni ese madre,
ni esas chicas son “mellizas”, que es un tongo, ¡ni qué hablar!
Así es la vida, amigazo, cada hogar es un misterio
la apariencia es una cosa y otra cosa es la verdad.
Y ¡compadre! Cuando sale la viuda con las “mellizas”
salen todos los vecinos a la puerta a murmurar.
El caso es que las “mellizas”
con su madre, qu’es la viuda,
a nadies manguean nada
aunque dan que murmurar...
Y en el barrio del Mondongo
cuando salen las tres “cosas”
los vecinos con misterio
se preguntan: ¿Dónde irán?