Cuando las llamas
de los fogones,
alzan al viento sus luces rojizas.
Piensa, un paisano,
que sus pasiones
fueran muriendo cual blancas cenizas.
Es que el recuerda
con amargura,
que en el cariño perdió su ventura.
Y sin querer, su puñal,
en el suelo trazó una grande inicial.
Cuenta que en su mocedad,
él fue un paisano cantor
que buscaba en el amor
todo el gozar, que era el afán de su vida.
Pero que aquella mujer
que con delirio adoró,
apenado lo dejó
que ella lo traicionó.
Y de su rancho
de paja brava,
las ilusiones muy pronto se fueron,
porque la criolla
que él adoraba
se le fue un día con un estanciero.
Y hoy que los celos
su amor maltratan,
tienen sus ojos miradas que matan.
Y una sombra de dolor
va borrando el querer que en su pecho nació.
Y el pensar en la traición
que le hiciera su mujer,
para la infiel que arrebató su alegría.
Y mientras finge reír,
se ve en su cara rodar
que ha llegado a sentir
desde que supo amar
un alivio a su penar...
Dulce hogar sólo en mis recuerdos
infantiles, te veo surgir
hoy al verte desmoronado
sentí asco de mi existir.