Doce menos cinco: media noche en puerta.
Se hace mil rumores cada sombra incierta
bajo el parpadeo tenue de un farol.
Duerme el arrabal en brazos de Dios.
Sombra entra las sombras que cobrara vida
cruza entre la flecha de una luz partida,
llega a una ventana, nombra a una mujer
y... unos labios dicen su querer...
Llega entrecortada la palabra hecha emoción,
hablan de ayer, del tiempo que se fue;
dicen de otras horas que ha vivido el corazón,
horas que ya nunca han de volver...
Ella se refugia en su mirar,
—ojos que aprendieron a llorar—
lágrimas de luna le traicionan su dolor,
llora el cielo su amor...
Suenan en la noche pasos conocidos
y entre dos patrullas cae el evadido...
Hay dos rosas rojas —sangre— en el umbral,
flores del adiós, firma de ritual...
Otra vez cadenas, otra vez la sombra,
número de nuevo porque así se nombra...
Pasos que se pierden, ecos de un adiós,
y... mientras da las doce un carillón...