Se quedó mirando desde su cansancio,
el saco y el gato, los viejos zapatos,
mientras que la calle vacía y callada,
fingía un retrato… cada amanecer.
El miraba ajeno, desde tantos años,
desde tanto daño… desde su vejez.
Abrió la ventana, la lluvia en el patio
canturreaba tangos con voz de mujer.
Y pienso fue entonces que guardó su llanto
junto a las mil cosas que ya nunca volverá a creer.
Y sintió la vida un sueño lejano,
con el que otro chico jugaba otra vez.
La casa tan grande, las fotos, la radio,
la triste novela del diario de ayer.
Recicló tristezas como por entonces
gastaba su vida sin saber por qué.
Todo transcurría como casi siempre,
como cuando llueve, espejo de asfalto,
la noche mostraba un cielo muy alto,
con negro de espanto… en reflejo cruel.
Se quedó mirando desde su cansancio,
el saco y el gato, los viejos zapatos,
mientras que la calle vacía y callada,
fingía un retrato… cada amanecer.