Loca me llaman mis amigos,
que sólo son testigos
de mi liviano amor.
Loca,
¿qué saben lo que siento,
ni qué remordimiento
se oculta en mi interior?
Yo tengo, con alegrías,
que disfrazar mi tristeza,
y que hacen de mi cabeza
las pesadillas huir.
Yo tengo que ahogar en vino
la pena que me devora.
Cuando mi corazón llora,
mis labios deben reír.
Yo, si a un hombre lo desprecio,
tengo que fingirle amores;
y admiración, cuando es necio;
y si es cobarde, temores.
Yo que no he pertenecido
al ambiente en que ahora estoy,
he de olvidar lo que he sido
y he de olvidar lo que soy.
Loca me dicen mis amigos,
que sólo son testigos
de mi liviano amor.
Loca,
¿qué saben lo que siento,
ni qué remordimiento
se oculta en mi interior?
Allá muy lejos, muy lejos,
donde el sol cae cada día,
un tranquilo hogar había
y en el hogar unos viejos.
La vida y su encanto era
una muchacha que huyó
sin decirles dónde fuera,
y esa muchacha soy yo.
Hoy no existe ya la casa,
hoy no existen ya los viejos
hoy la muchacha muy lejos,
sufriendo la vida pasa.
Y al caer todos los días
en aquella tierra el sol,
caen con él mis alegrías
y muere mi corazón.