¡Ninguna como tú, mi princesita,
tan rubia y elegante,
tan noble y tan bonita!...
Que en una tarde gris
encontré “chez Fouquet”
estando allá, en París.
¡Y nunca volví a ver
ninguna como tú, mi flor de un día!
Mi amor inolvidable,
mi dulce fugitiva…
Hoy, tu breve pasión,
tus pocos besos
Me parecen un sueño,
¡una loca ilusión!...
¡Hoy ya no creo en ti!...
Corté todas las cuerdas del violín que fue
la voz de mi alma que llegó hasta ti ayer,
cuando la pasión
tus labios me brindó…
Comprendo lo que fue
fugaz capricho de una dama chic que amó
al músico porteño que aplaudió París…
¡Loca ilusión
del chico del violín!...
¿Quién sabe por qué rutas ignoradas
tu cabriolet lujosa
huyó como un fantasma?...
Y yo, pensando en ti
de Montmartre a Fouquet’s
ambulo por París
soñando en lo que fue…
Vagando por el Bosque de Bolena,
testigo de mi pena
me ofrece fresca sombra…
serenan mi dolor
sus flores bellas
y ríen las estrellas
¡de mi loca ilusión!...