Es la noche del mundo en Buenos Aires
y vamos, con la luna entre los dedos,
dibujando universos de bolsillo
con palabras de lluvia, tango adentro.
Desandamos historias fabulosas
de amantes, perdedores y poetas
y hay un ángel borracho en una estrella
que llora algún recuerdo, con gusto a ron.
Y también lloramos
y puteamos
heridos por eróticos misterios
y nos cantamos tangos
y nos bailamos,
y nos decimos poemas al oído.
Y también soñamos
madrugadas
nublados por el sexo en las ojeras...
y nos mentimos bellos
y por amarnos
inventamos un cielo
parecido a esta ciudad.
Como adiós arrugado en algún puerto
a veces nos morimos de tristeza
son las noches que habitan los fantasmas
y escuchamos a Troilo o a Spinetta.
Somos pálidos restos de un naufragio
buscando el paraíso en los escombros;
cada tanto creemos encontrarlo
en versos de algún tango, o en un amor.
Tango para los Porteños