Fue Luisita en el suburbio
la muchacha más querida
que a su novio se entregara
quien huyó como un traidor;
y una noche de invierno
desde su blanca camita
le decía a su viejita
con acento de dolor:
¡Madrecita!, yo me muero,
y le dice a Juan Antonio
que mi amor no lo abandona
porque está en mi corazón.
Y al retrato aquel que tiene
del hijito que perdimos,
que le encienda algunas velas
y le rece una oración.
Fue su voz languideciendo
hasta ser débil gemido,
y sus bellos ojos negros
la viejita le cerró.
Y en la puerta de la pieza
un joven lleno de angustia
varias veces se persigna
hasta que se arrodilló.
Y se dice que a la noche
cuando el arrabal se duerme
se oye el murmullo del viento
como un triste sollozar;
y en una humilde piecita
frente al cuadro de una joven
se ve un mozo envejecido
¡que se pone a lagrimear!...
Top Tracks - Rosita Quiroga