¡Serena está...
con inconsciente sumisión
cumpliendo la misión
que la hizo escoria de dolor.
Jamás sabrá
la dicha eterna que perdió!...
¡Con su carita enferma
se acerca a mi lado
dejándome asombrado
al ofrendar su amor!
Mientras que en su semblante
deja la huella, quizá una pena,
formando una cadena
que pone a prueba todo su valor;
ella, serenamente,
mientras se agosta su belleza,
con delicadeza de un lirio viviente,
jamás dobla la frente al rito del dolor.
¡Cuántos dirán
que para ella el vivir
es sólo un mentir
lleno de cruel felicidad!
Ignorarán
que también ella una ilusión
conserva hoy desecha
como algo ya olvidado
que el tiempo ha destrozado, en su corazón.
Mar de fondo