Quise que pensaras en mí,
que me soñaras.
Quise volverte a ver,
y que me nombraras.
Un motivo yo busqué
para encontrarte;
un libro te regalé...
y un beso para recordarte.
Hubo un adiós, un silencio, una esperanza,
y un día más para soñar con una cita.
Te pensé en todas mis horas de poeta.
Te dibujé en mi mente, soñando en tu carita.
Un día más sobre mis días y mis sueños,
y de pronto dos cafés en nuestra mesa.
Tú me leías algunos versos de mi libro,
y yo sonriente escuchaba tu promesa.