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Noviecita

Letra: Luis Bates

Música: Sebastián Lombardo

Atraído por la luz
de los cirios, Lohengrin,
desbordaba en melodías
que decían armonías
de dos almas hermanadas...
¡Hasta el templo contagió
la emoción ceremonial!
Mas, pasaron los instantes
y sus ojos, anhelantes,
no lo vieron llegar...

Cual rosal que agostó, glacial,
la tormenta de nieve
y lentamente muere
sin brotar.
¡Ella!,
la que fuera en su pureza
todo un canto de belleza,
nada sabe, nada quiere,
es un himno a la tristeza:
nada es ya
y está sin rosas su rosal.

Ha cambiado el blanco tul
por crespones de dolor
y en sus tristes ilusiones
hoy acusa lagrimones
como a hijos de sus penas.
¡Noviecita que truncó
el poema de su ideal,
en aquel preciso instante
cuando, toda palpitante,
llegaba hasta el altar!