Zapato de raso, con medias de seda
polleras cortonas, cartera y “chapeaux”,
con ojos cercados por lilas orejas,
boquita hechicera que parla en “caló”.
Ahí va la milonga corriendo la suerte
mostrando en un guiño un cacho de amor
ahí va por la calle llevando en su paso
su triste fracaso de pebeta en flor.
Yo sé que cuando pasa, junto a mi lado mira
y todos sus recuerdos le enrostro en un ¡adiós!
Y sé también con pena, que su alma está vencida
y vuelca por sus males una plegaria a Dios.
Por eso cuando veo su estampa pecadora
el pucho del pasado lo arrojo en un rincón,
y siento por aquella pebeta encantadora
que llora silencioso mi pobre corazón.
Ahí va como un resto de flor y de carne,
que lleva en sus labios pintado el placer,
”¡Palomita loca!” manchado de fango
que sale del nido al anochecer.
Y así por las calles va la pobrecita,
sin rumbo, y sin norte, gastando “chiqué”,
dejando insensible, su almita enredada
en locas pasiones por las “garçonieres”.