De pibe, las figuritas,
después los, dados, el truco
y respondiendo a su sino
mesas de póker, casino
y minga de mameluco.
Se inventó una martingala
y en la timba fue Gardel,
manejó tan bien el mazo
que no hubo en el escolaso
quien lo haya visto perder.
Siempre de polentería,
si venía mal la mano
él igual la iba de afano
con astucia y sangre fría.
Nunca cedió a la pasión
ni le tembló la muñeca,
que es de gil ponerse breca
y deschavar emoción.
Siguiendo siempre en su juego
y sin barajar al bardo,
entre naipe y lotería
forjó esta filosofía:
si no la gano, la empardo.
Y eso lo aplicó en la vida
cambiando luto por gala.
Nunca mendigó un consejo
y supo llegar a viejo
sin tachar la Generala.