Si yo no sé bailar, cantar o patinar,
parece que no tengo permiso pa´ soñar.
Tal vez se me olvidó, o acaso desperté
pispiando aquellos sueños que venden por TV.
Cuando era chica imaginaba las historias
que mi abuelita relataba en su sillón.
Era mi sueño ser princesa, o bailarina,
y a un bello príncipe romperle el corazón.
De adolescente fantaseaba mi novela,
pues para eso me sobraba inspiración,
mientras mi vieja rezongando arremetía:
“Bajá del limbo y estudiate la lección”.
Si yo no sé bailar, cantar o patinar
parece que no tengo permiso pa´ soñar.
Tal vez se me olvidó, o acaso desperté
pispiando aquellos sueños que mienten por TV.
La madurez no me reprime la quimera;
te soy sincera, algunas cosas resigné,
pero el destino me da pista cada día
para luchar por conseguir lo que soñé.
Ningún mercante mayorista de ilusiones
dueño del vento, la pantalla o Internet,
será quien ponga de remate tantos sueños
argumentando algún patético cliché.
Alertas hay que estar, tratar de descartar
toda esa payasada que buscan implantar.
Quizás no sé bailar, cantar o patinar
pero a ustedes les digo, chitrulos:
¡A mí nadie me quita las ganas de soñar!