Yo era un pobre pato, que a Europa me llevaron
en tren de gran primera, nombrado secretario
de un rico niño bien...
Feliz como ninguno pasaba la gran vida,
sin miedo a la miseria y el mundo me
creía magnate de gran tren.
Mas una noche ingrata, que bailando allá en París
en una de esas boites de gran lujo y gran champán,
sentado frente mío vi a una pálida mujer
que aún hoy la recuerdo, pues me hizo mucho mal...
Por ella dejé todo y volví a patinar
pasando mishiadura y creyendo en su pasión,
mas pronto se hizo humo, la pérfida mujer,
dejando destrozado mi pobre corazón...
El tiempo ya ha curado aquella gran herida,
que en horas no lejanas, me hiciera la percanta
que quise con amor.
Pues hoy me han enterado, que el que mal a mí me hizo
lo paga ella con creces sufriendo por la pena
que un hombre le causó...
Pobre pato