Cuando dejaba una frontera de neblinas
detrás de un cielo y de un riachuelo de humo gris
la vez primera que cruzaba Puente Alsina...
Pompeya para Diego era París.
Se persignó frente a la iglesia desteñida...
Allá en Fiorito conocía otro país
donde hay más huérfanos que platos de comida...
Pompeya para Diego era París.
Después vino el insulto, la elegía,
la cruz donde mostró su cicatriz,
la gloria del suburbio, la osadía
y el gesto de su hora más feliz.
Pero antes vio un país desconocido:
El Sur, “que está de olvido, siempre gris..."
Acaso es duro ser un elegido
y ver al arrabal como París.
Será tal vez que ese momento fue un destello
y comprendió mejor que nadie a este país;
este país que sueña siempre un rey plebeyo...
Pompeya para Diego era París.
Será tal vez que contempló un mundo perplejo
que no existía en su niñez de barrio gris
o vio un espejo, menos pobre, menos viejo...
Pompeya para Diego era París.