Porque tu amor fue la causa que me salvó del descenso,
me apartó del escolaso y me hizo hombre de bien.
Dejé los amigos reos y yo, que era un inconsciente,
aprendí a ganar la diaria con el sudor de mi frente
y tuve por recompensa tu cariño de mujer.
Porque jamás me fallaste, ni en las malas ni en las buenas,
y tus besos me alentaron, si desmayaba, mi fe.
Porque cuando estuve enfermo y al borde del precipicio,
me cuidaste como madre, con amor y sacrificio
y fuiste un ponchito tibio en mi frío anochecer.
Por rebelde y por compadre,
lo negaba al mismo Dios.
Pero un cachorro me diste,
con tus mismos ojos tristes,
con la sangre de los dos.
Cuando lo tuve en mis brazos,
mi corazón se aflojó
y al besar tu negro pelo,
levanté el purrete al cielo
y le di gracias a Dios.
Porque hoy esquivo el boliche, pa’ estar temprano en mi casa,
gambeteo vicio y farra, por la gloria del hogar.
Y soy feliz con un mate y bajo un cielo de parra
le canto una seranata al purrete en mi guitarra,
y estoy pagado y servido cuando me dice papá.
Decime ahora, mi negra, si tenés motivo alguno
pa’ dudar de mi cariño, ya te abrí mi corazón.
A vos te debo la vida, sos mi guía y sos mi suerte
y te quiero con el alma y te querré hasta la muerte,
te lo juro por el pibe, que es un cacho de los dos.