Un papel,
testigo ocasional,
clavó bajo mi piel
mensaje de final.
Tu voz, surgiendo de la tinta,
me gritaba, me golpeaba,
me humillaba y me hería
con su fría confesión.
Vos y yo
tuvimos en común
la misma dirección
y, sin embargo,
ya nos une casi nada
y nos separa casi todo
sin piedad, por un papel.
¡Qué soledad!
Naufragar
de sueños sin final,
de historias sin contar,
promesas de cristal.
Vos y yo,
un hombre, una mujer,
tu carta del adiós
y todo se acabó.
Tengo, entre mis manos,
tus momentos y el papel
que convertiré
en recuerdo nada más.
Ya verás...
que un barco de papel
saldrá sin timonel
a navegar.