¿Ves?, mi nena ya se va
y no se sabe ir, se hiere en vez de andar.
Y sólo el sol, que parte a diario sabe
cuánto mata irse.
¿Ves?, de triste que se va
se me desorientó, confunde ser con sur.
Yo le pedí al Río de la Plata
que le dé su oculto caballito azul,
va tan sola, ayúdenla, por Dios, que ya
se va mi pobre amor.
Bailen, cuando ella cruce.
Recuerdos, no la martiricen.
Luego recojan su pelo con cintas de luces
de Buenos Aires.
Ay, relojes dénle paz,
zapatos llévenla, olvido ¡no empujés!
que reencarnado en pez o en lámpara diré:
¡buen viaje, pobre amor!
te ayudaremos todos, tanto.
No, no me la apurés, horizonte,
que del apuro sólo le quedará el cansancio,
mi nena es débil.
Y vos, último abrazo que le di,
que no eras imposible,
pero que tampoco fuiste posible,
apretate a su cuerpo, apretate,
mi amor va grave.
¿Ves?, mi nena ya se va
y no se sabe ir, se muere en vez de andar.
Yo le pedí al Río de la Plata
que le dé su oculto caballito azul,
va tan sola, ayúdenla, por Dios, que ya
se va mi pobre amor.
(A Hernán Salinas)