Príncipe fui, tuve un hogar y un amor,
llegué a gustar la dulce paz del querer;
y pudo más que la maldad y el dolor
la voluntad de un corazón de mujer.
Y así llorar hondo pesar hoy me ves
pues para luchar no tengo ya valor;
lo que perdí no he de encontrar otra vez,
príncipe fui, tuve un hogar y un amor.
Y hoy que deshechos mis sueños bellos
mi pie las calles sin rumbo pisa,
cuando les digo que he sido un príncipe
los desalmados lo echan a risa;
cuando les digo que fue la muerte
quien de mi trono se apoderó,
cómo se ríen de mi desgracia y
es mi desgracia su diversión.
¡Loco! me dicen los desalmados,
y siento por todos lados: ¡loco... loco!
Esos que me insultan al pasar
Nunca, nunca mi recuerdo han de empañar.
Porque está aquí, dentro de mi, la verdad,
y no han de ver la imagen fiel que quedó.
¿Querrán robar? Intento vano será.
No han de robar lo único que se salvó.
Y si perdí todo el poder que logré,
quién ha de impedir que diga en mi dolor:
Príncipe fui, si que lo fui, no soñé.
¡Príncipe fui: tuve un hogar y un amor!