Qué mamarracho,
qué hazaña es este duelo de payasos,
qué forma de dolernos y engañarnos,
qué tiempo que no sé rebobinar.
Qué mamarracho,
ser cómplices de estafas y egoísmos,
de haber vivido al filo del abismo,
teniendo otros paisajes para andar.
De qué estás hecho,
venas de arena y negra luz la de tu alma,
se congeló en la juventud tu risa mansa,
y en el costado del amor hay un borrón.
Con qué derecho.
Cómo atropella tu quietud toda esperanza.
Por no enfrentarte a mi actitud y a mi venganza
me dejaste sin techo, sin resto y sin perdón.
Si fuiste esa fiesta inagotable de sorpresas y de mimos
reinventando la pasión,
decime como puedo desamarte si te debo por lo mismo
mi tozudo corazón.
Mentime, que aunque soy tan vulnerable
en mi pecho malherido ya no crece la ilusión.
Pedime que no deje de esperarte: no hay revancha en el olvido
y no soy mejor que vos.
Qué mamarracho,
qué pena, qué tremendo desperdicio,
qué salto interminable hacia el vacío,
qué muerte que no acaba de matar.
Qué mamarracho,
qué falta de... llamémoslo coraje.
Perdimos más que el tren el equipaje.
No hay sueño que camine para atrás.