¡Ay, compañero,
usted que sabe tanto,
deme una cosa
que alivie mi quebranto!
Sucede que Dolores,
mi vida y mi querer,
buscando otros amores
me dejó antes de ayer.
Y yo aturdido
con esa pena fiera
busqué consuelo
en una borrachera
terriblemente atroz.
Y hoy tengo un malestar
y un dolor de cabeza,
que ya no puedo más.
Siento el cuerpo escalofriado
por ese horrible dolor,
y un cansancio condenado
y una tristeza feroz.
¡Ay, compañero, me muero!
¡Tráigame usted, por favor,
algo que cure ligero,
o me muero de dolor!
Oiga compadre,
no se me aflija tanto;
ninguna ingrata
merece tal quebranto.
Si Lola se le ha ido,
encuéntrese otro amor,
para un amor perdido
siempre hay uno mejor.
Y esos mareos
y el dolor de cabeza,
puede curarlos
tomando con presteza
la Cafiaspirina,
remedio sin igual
que en menos de un segundo
le aliviará su mal.
¡Tómela usted al momento!
¡Tómela usted sin temor!
¡Tómela que es un portento
para calmar el dolor!
Ella alivia el sufrimiento
ella devuelve el vigor,
ella da paz y contento
y no afecta el corazón.
¡Ay, compañero,
su remedio he tomado
y en un minuto
me siento ya curado!
Con sin igual presteza
ese dolor atroz
se fue de mi cabeza
y ya mi mal pasó.
¡Venga un abrazo
por ese gran consejo!
y déjeme que cante
con entusiasta voz:
Habiendo tantas chicas,
¡qué me importa ese amor!
y con Cafiaspirina,
¡qué me importa el dolor!