Qué te pasa, ciudad,
me estás echando.
Tu mapa se sacude
como un mantel las migas
sacándome de encima a cada paso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás cortando
caminos por que anduve
mentira tras mentira:
mi fe de calesita se mareó.
Todo es hostil.
Tu sed de juventud
arrolla sin testigos,
la edad es un cuchillo en que me oxido,
no sé desmalezar tu selva gris.
Cuánto perdí.
Tu viento de impiedad
me deshojó de amigos.
En pena de arlequín me he convertido
para que juegues tu ajedrez en mí.
Pero te amo, ciudad,
de gritos, de graffiti y cielo amargo,
de plazas, de humo negro y odios largos,
de sueños y palabras de cartón.
¿A dónde voy a ir
con sangre de adoquín y piel de barrio,
si aquí tiene lugar mi desarraigo
y duerme mi esperanza en un buzón?
Qué te pasa, ciudad,
me vas dejando
sin todo lo que tuve.
Se fue el amor, y encima
no encuentro ya guarida en el fracaso.
Qué te pasa, ciudad,
me estás matando.
Bancá que al fin arrugue,
salvame de la huida,
cerrame las heridas con tu sol.