Ya está mi pieza, señor juez, abierta,
que pasen todos a embargar sin compasión,
ya pueden hoy entrar por esa puerta,
por donde salió ayer
¡mi última ilusión!
Que puedo hacer, señor, si ya se ha muerto,
embarguen todo... Ya no hay plata... ¡la gasté!
He comprado alimentos para ella...
Inútiles remedios...
¡Y ayer la sepulté!
Nada quiero, embarguen todo.
Trapos... sillas... y el ropero.
La máquina en que la pobre
cosía cuando estuve enfermo...
Ahí están mis herramientas,
total... ¡para qué las quiero!
Ellas me traerán dinero,
pero no a la que se fue.
Usted que es bueno, señor juez, ordene
que no me toquen la camita en que durmió
que aún las huellas de su cuerpo tiene
en donde yo la amé
¡y en donde se murió!
Embarguen todo... todo lo que tengo,
y si precisan una vida ¡estoy aquí!
Pero al que sea osado, le prevengo,
que si toca esta cama
se acordará de mí…