Estás en las palabras que no digo,
al borde del silencio que me callo,
estás en las caricias que he perdido
y en este desolvido que asoma sin desmayo.
Estás en los domingos por la tarde
y en cada confesión que se atraganta,
te busco en las esquinas y en los parques
tal vez para contarte que siempre me hacés falta.
II (Estribillo)
Pero sé que los milagros
florecen en glicinas de otros barrios
y el rostro del adiós es un farsante
y el mundo es un porqué que estalla como un tango.
Pero sé que estás conmigo
cuando abro a tu secreto mi postigo
y sé que en mis heridas y en tus penas
anidó una luna llena silbando esta canción.
I Bis
Me falta esa mirada que no miro,
tus besos demorados en mi espalda,
olores de tu piel que no respiro
y un cielo derretido mojando nuestras almas.
Estás en la mitad de mi desierto
soñándome tus sueños en mi almohada
y estás en esa flor que no se ha muerto
y en el final abierto que grito empecinada.