Bajo el alero de mi rancho
por madreselvas protegido
modesto y escondido
crecía mi rosal.
En el rosal brotó una rosa
la flor maravillosa
color de corazón,
y con la rosa colorada
en mi alma apasionada
también brotó el amor.
Era una rosa criolla
de rústica semilla
nacida entre gramilla
y empapada de sol.
Tenía aquella,
estuche de rocío,
algo de orgullo mío
en su color punzó,
pues como yo, la rosa,
era en toda la Loma
la más linda en aroma
la más linda en color.
Y en esa flor de sangre
estaba mi alma ardiente,
mi juventud riente
y el fuego de mi amor.
Pero una tarde de verano,
llegó a mi rancho un paisanito,
me pidió un matecito
y yo le di mi amor.
Él me pidió la flor querida
y yo, toda cohibida
no le dije que no.
¡Era su voz tan temblorosa
que al darle yo la rosa
le entregué el corazón!
La ilusión de mi cariño
fue fugaz como la rosa,
una embriaguez deliciosa,
una sonrisa de niño.
En el cielo de mi alma
el amor brilló un momento
para dejar que el tormento
se apoderara de mí.
Pasó la noche de amores
llegó la triste mañana
entraron por la ventana
del sol los rubios colores.
Sobre el blanco de la almohada
encontré su despedida
y como sangre esparcida
las hojas de mi flor.
Bajo el alero de mi rancho
por madreselvas protegido
seco y endurecido
se muere mi rosal.
En el rosal no está la rosa
la flor maravillosa
color de corazón....
¡La pobre rosa colorada
que vivió enamorada
y se murió de amor!...