Tu corazón era un tango
y un bandoneón tus caderas.
Lloraba un tango en tu alma,
dormido en las sombras de tus ojeras
Dolor de Boedo y Chiclana
sobre tus ojos de cielo.
Dolor gritando en la vincha
carmín de tu pelo y en tu canción.
Rosa de tango,
tu taconear en la vereda.
Rosa de tango,
como el piropo que te enreda.
Todos tus caminos eran tangos,
canto retorcido en un compás.
Y aquella noche,
como en la historia de Esthercita,
veinte abriles y una cita
te alejaron para siempre de mi arrabal.
Con funerales de tangos
lloró mi barrio tu olvido.
Quedó tu sueño distante
y un interrogante:
¿por qué te has ido?
Tu corazón era un tango
como farol de cortada.
¿Dónde andarán, mariposa,
tu boca pintada y tu canción?