Junto al espejo
de un mueblecito
que dentro sirve
de tocador,
hallé una noche
vistosa planta
de rosas rojas
todas en flor.
Las supe tuyas
desde ese instante,
puse mis besos
en cada flor,
y así mis labios
fueron robando
para teñirse
de rojo color.
Vi que mi aliento lejos de ajarlas
dábales savia para brotar,
vino así un día que como en ellas
puse en tus labios mi loco afán.
Mas como todos, bebido el néctar,
fuiste buscando para libar
nuevas corolas, y así mis flores
se comenzaron a marchitar.
Mis pobres labios
que antes hallaban
en esas flores
dulce vivir,
hoy las espinas
los van sangrando
rojos muy rojos
más que el carmín.
Al mismo tiempo
que en un teatro
no muy lejano
de por aquí,
otra se tiñe
besando rosas
con que le adornas
aquel camarín.