Ahí está con su estampa tanguera,
con su viola y su funyi marrón,
entonando por una moneda
la letra de un tango cansado y tristón.
El alcohol y los años quebraron
el jilguero que había en su voz.
Hoy ninguno ya quiere escucharlo
y esconde su pena en un bodegón.
Viejo cantor del suburbio,
Ruiseñor de Puente Alsina,
que en boliches y cantinas
tuvo noches de esplendor.
Viejo cantor del suburbio,
hoy le falla el de la zurda,
todas sus noches de curda
esconden un lagrimón.
Ya no está con su pinta diquera,
traje negro y lustroso charol,
aquel zarzo y su lengue de seda
es sólo una sombra sin pinta y sin voz.
Yo sé bien que una noche cualquiera
lo hallarán en un viejo portón,
apretando su viola tanguera
quebrada pa’ siempre su pena y su tos.