Ser mina flor de cardo, la forma de ser mina.
Dejá que se nos pierdan los nombres de otro siglo,
la rosa, que es tan suave y oculta las espinas,
la hermosa muñequita que mira desde el vidrio.
Ser mina flor de cardo, la mina de algún hombre
que entienda que al ganarnos no valen tonterías,
que acepte que llamemos las cosas por su nombre
y june que hay croqueta valiosa en una quía.
Ser mina flor de cardo, yugarse el sitio en serio,
no andar especulando con fáciles histerias,
no hacer que los gentiles y amables caballeros
se obliguen a cedernos el paso en cada puerta.
Ser mina flor de cardo, no acepto otro bautismo,
ni rosa, ni muñeca, ni frágil por costumbre.
Ser mina flor de cardo sin falsos heroísmos
sabiendo que me esperan rebeldes mansedumbres.
Ser mina flor de cardo con sangre y con ojeras,
con gotas en la frente bendita del trabajo.
Con muchas esperanzas, ternuras y polenta
en sábanas que arrugan amores y cansancio.
Quisiera recibirme de mina flor de cardo,
de pan que se comparta, de espina que se avise
porque ése es el buen nombre, porque ése es el más alto
y el único que importa si un hombre te lo dice.
¡Ser mina flor de cardo y al diablo con el resto!
perder los otros nombres, perderlos para siempre
por falsos, por antiguos, ¿sabés? Por puro verso,
por ser las lindas trampas que a veces se nos tienden.
Quisiera recibirme de mina flor de cardo,
de pan que se comparta, de espina que se avise,
porque ése es el buen nombre, porque ése es el más alto
y el único que importa si un hombre te lo dice.